Estamos en una sociedad que se guía por los denominados “Influencers”. Personas capaces de movilizar a las personas con un estilo de vida muy potente. Mensajes que marcan la vida de jóvenes y menos jóvenes que, sin hacer muchas reflexiones, encuentran en sus propuestas referentes para configurar sus vidas y sus identidades.
Se me vino a la memoria esta nueva profesión al pensar en una breve reflexión a raíz de la celebración del 2-X y del 6-X sobre San Josemaría y la influencia de su mensaje. Estas fechas dan oportunidad de visibilizar lo que, como el aire invisible que respiramos, dan vida a nuestro estilo educativo y cultura institucional.
Este hombre que ha llegado a ser, el, su vida, su mensaje, desde 1.928 hasta nuestros días un verdadero “influencer”. Despierta cambios profundos en personas concretas del mundo entero. Ha inspirado corazones nobles de hombres y mujeres, casados y solteros, jóvenes y menos jóvenes; de todas las profesiones, nacionalidades, culturas y posiciones económicas. Conocidos y desconocidos. Cercanos y lejanos. Personas que cambian profundamente y se encienden en deseos de poner en marcha actividades de toda índole para mantener en movimiento -en circulación- un mensaje capaz de curar, sanar, potenciar, sensibilizar, dar sentido a la existencia humana.
Basta leer los innumerables testimonios que salen en la página web del Opus Dei para validar la afirmación que hago. Estos testimonios, remotos a nuestras vidas, pueden conmovernos y ayudarnos.
Con el deseo de acercar a cada uno de los que leerán estas letras, a la figura de este “Influencer del siglo XX” quise recoger testimonios de personas relacionadas con Pinares para despertar agradecimiento y admiración por la figura de nuestro gran inspirador y una valoración más consciente del impacto que esculpe nuestro estilo educativo gracias a su mensaje hecho vida.
Esto fue lo que nos contaron…
La vida de San Josemaría, su vida, sus escritos, llevan al encuentro de de otro gran “influencer”: JESÚS. El Mayor magnetismo de San Josemaría tiene su fuente última en el trato amoroso con Dios, como el mismo lo expresó tantas veces.
«Hace muchos años que decían de mí !está loco! Tenían razón. Yo nunca he dicho que no estaba loco. ¡Estoy loquito perdido, pero de amor de Dios! y te deseo la misma enfermedad.» (Apuntes sobre la vida del Fundador del Opus Dei, Cap 6)